SADM #70 Ene/Feb 2017
Mariela González, Clinical Psychologist
Hoy en día, la obesidad resulta ser una enfermedad catalogada como la epidemia del siglo XXI, que incluye en su génesis no solo factores fisiológicos, sino también sociales y psicológicos, que resaltan la importancia del desarrollo de tratamientos integrales que traten de lograr la modificación de los hábitos de vida de la persona que la padece.
Precisamente, cambiar estos hábitos ha sido un desafío para contrarrestar la obesidad, dado a la constante recuperación de peso tras un tratamiento médico-nutricional. Esta situación lleva a pensar, que el simple aprendizaje de conductas saludables no es suficiente para mantener el cambio en el peso; al haber otras variables de tipo personal que serían las que están interactuando para que el sujeto prefiera seguir con sus viejos hábitos y no se comprometa o mantenga los cambios necesarios en su día a día.
En este sentido, se necesita defender la idea de que la persona que desea bajar de peso, debe realizar un esfuerzo constante y progresivo para controlar su ingesta alimentaria y cumplir con una rutina de ejercicios físicos de forma regular, con la finalidad de obtener un cambio permanente en su estilo de vida. Sin embargo, este esfuerzo no es simplemente un acto de voluntad, como la mayoría pueden pensar, sino más bien, requiere que la persona identifique sus hábitos actuales y las consecuencias de los mismos, así como de los nuevos comportamientos por los que deben sustituirse, en otras palabras, implica una participación activa de la persona en la modificación de su conducta.
Por tanto, pareciera que para aumentar la probabilidad de ocurrencia de conductas saludables, tales como una ingesta alimentaria adecuada, se requiere cambiar la manera en cómo nos acercamos a atender el problema de la obesidad y el sobrepeso; puesto que requiere personalizar cada plan, teniendo en cuenta las necesidades de cada persona y su realidad, en especial aquellas variables personales de carácter emocional que permiten regular el comportamiento y que son las que muchas veces, impulsadas por el medio social en el que viven, las que llevan a entender las razones por las cuales hay quienes tienen mejores resultados tras un plan de control de peso.
Ante esta realidad, la terapia psicológica brinda la oportunidad de trabajar de mano de la medicina, abriendo un espacio para lograr el autoconocimiento que resulta tan necesario atender para facilitar un cambio real de los hábitos de vida.
Para mayor información contacta: Mariela González e-mail marielagonzalezrd@gmail.com