Años de Platino Tercera Edad

Edad Dorada, Tercera Edad ¿Decadencia o Plenitud?, SADM #58 Ene/Feb

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Como otra etapa de la vida, la tercera edad debe vivirse con los pies en la tierra, el corazón en la mano y los ojos en lo trascendente.

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Según estimaciones del Fondo de Naciones Unidas, el número de personas con más de 65 años de edad asciende a 600 millones en todo el mundo.

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¿A qué se debe este creciente número de personas de la tercera edad?
Múltiples son sus causas, pero tal vez cabe mencionar entre las principales, la disminución de los nacimientos y de la mortandad infantil y sobre todo, el progreso de la ciencia en la medicina y en la cirugía. Gracias a esto, si los nacidos en 1900 a nivel mundial, tenían una esperanza de vida de 34 años, hoy el nivel promedio de vida es de 70.

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¿Qué es y cuando llega la Tercera Edad?
Hay muchas preguntas y exclamaciones que se oyen a nuestro alrededor respecto a la tercera edad:

  • ¿Qué es?
  • ¿Cuándo comienza?
  • ¿Qué problemas acarrea?
  • ¿Cómo será la mía?
  • ¿Soy anciano por tener 70 años?
  • ¡Yo no quiero vivir si no puedo valerme por mí mismo!
  • ¡No quiero vivir marginado!
  • ¡No quiero llegar a perder mi fuerza, mis facultades, mi amor a la vida!

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Estas preguntas y exclamaciones a veces nos hacen rechazar inconscientemente esta etapa de la vida, no menos importante y hermosa.

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¿Cuándo se es de la “tercera edad”?
Para unos la edad se tiene en las arterias. Para otros: “joven es el que mira al futuro, maduro el que mira el presente y viejo el que mira el pasado”. Hay otros que miden la edad por la “juventud” o “vejez” del corazón y no por el calendario. Todo esto nos lleva a pensar que el hombre puede vivir tres edades correspondientes a la tercera edad: la cronológica que señala los años, la biológica que marcan las arterias y la psicológica que apunta el corazón. Lo cierto es que la tercera edad aparece en un cierto momento, de manera silenciosa, poco a poco y es una realidad que debemos aprender a vivir.

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Visión pesimista. Hay quienes sólo ven en la persona de la tercera edad el deterioro que salta a la vista y que poco a poco va apareciendo con sus consecuencias.
Ven sólo la piel arrugada, manchada. Ven sólo el cuerpo inclinado y la lenta desaparición de las fuerzas físicas. Ven sólo la disminución de ciertas facultades como la inteligencia y la memoria. Por un lado el deterioro físico y por otro el deseo enorme de aferrarse a la vida, forma una combinación que a veces culmina en apatía, amargura, irritabilidad. Este comportamiento negativo se debe casi siempre a algún padecimiento o enfermedad, a un resentimiento por abandono o marginación, a una falta de autoestima y/o sentido de la vida que se perdió o que nunca se ha descubierto.

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Visión optimista.
Aunque a primera vista pueda parecer la vejez un deterioro, se le debe ver y apreciar más bien como un desierto donde no se ven plantas, ni flores, árboles, agua, ni vida aparente. Pero…, si se perfora la tierra de ese desierto, aparecerán riquezas como ríos de agua subterráneos y yacimientos de petróleo. Si caen las lluvias, brotarán de aquella pobreza aparente miles de plantas, arbustos y flores de mil colores. En la persona de la tercera edad hay mucha riqueza. ¡Es todo un remanso de paz! por haber conseguido el ansiado equilibrio interior. Ya no le turba, ni le espanta cualquier cosa, ni siquiera el trato con los demás. Tiene experiencias que ha ido formando con sus éxitos y fracasos, viviendo días alegres y días tristes, llenos de esfuerzos y luchas. Es una persona que es ¡un tesoro de sabiduría! La escuela de la vida le ha enseñado mucho, ya lo dice esta frase: “Poco sabe el que poco ha vivido”.

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Víctor Hugo, el gran dramaturgo, habla de esta sabiduría como de una “luz”: “si se ve fuego en los ojos de los jóvenes, en el ojo del anciano se ve luz”.

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La tercera edad es ¡tiempo de plenitud!
No es el final, sino la continuación de la vida. El gran artista Pablo Picasso, siguió pintando hasta los 91 años de edad. Lo mismo hizo Salvador Dalí, otro gran pintor. Si hay vida enriquecida por el equilibrio interior, por la experiencia y la sabiduría; entonces no deberíamos encontrar tanta persona de la tercera edad, inquieta, irascible, malhumorada, avara, egoísta, en una palabra: difícil.

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