Las nevadas suelen asociarse con paisajes serenos, silencio invernal y escenas que evocan tranquilidad. Sin embargo, para los adultos mayores, el invierno representa una etapa del año cargada de riesgos específicos que pueden comprometer seriamente su salud, su seguridad y su autonomía. Las bajas temperaturas, la acumulación de nieve y hielo, la disminución de la movilidad y el aislamiento social conforman un escenario que exige prevención, información y acompañamiento constante.

A diferencia de otros grupos etarios, las personas mayores enfrentan el invierno con un organismo menos adaptable a los cambios extremos del entorno. Por ello, las nevadas no deben considerarse únicamente un fenómeno climático, sino también un factor de riesgo sanitario.

Con el envejecimiento, el cuerpo pierde eficiencia para regular la temperatura interna. Los adultos mayores producen menos calor corporal y reaccionan con mayor lentitud ante el frío. Además, la percepción de las bajas temperaturas puede estar disminuida, lo que retrasa la toma de medidas de protección. Esta combinación incrementa el riesgo de hipotermia, incluso cuando la exposición al frío no parece severa o ocurre dentro del hogar.

El frío extremo también agrava enfermedades crónicas frecuentes en esta etapa de la vida. Afecciones cardíacas y respiratorias, diabetes, artritis y trastornos circulatorios suelen intensificarse durante el invierno. El corazón y los pulmones deben trabajar más para mantener las funciones vitales, mientras que la rigidez muscular y articular limita la movilidad, favoreciendo el sedentarismo y el deterioro funcional.

Uno de los peligros más inmediatos durante las nevadas es la presencia de hielo oculto bajo la nieve. Aceras, rampas, escaleras y entradas de viviendas pueden parecer seguras a simple vista, pero convertirse en superficies altamente resbaladizas. En los adultos mayores, una caída rara vez es un evento menor. Puede derivar en fracturas de cadera, muñeca o columna, traumatismos craneales y, en muchos casos, en una pérdida prolongada —o definitiva— de la independencia.

Factores como la disminución del equilibrio, la pérdida de masa muscular y el uso de medicamentos que afectan la coordinación o la presión arterial aumentan significativamente la probabilidad de caídas y la gravedad de sus consecuencias. Durante el invierno, una lesión de este tipo puede implicar hospitalizaciones prolongadas y un deterioro acelerado de la calidad de vida.

A estos riesgos se suma el esfuerzo físico asociado a las tareas propias de las nevadas. Palear o retirar la nieve de accesos y aceras es una actividad que exige un trabajo cardiovascular intenso, especialmente en condiciones de frío. Las bajas temperaturas provocan la contracción de los vasos sanguíneos, elevan la presión arterial y obligan al corazón a trabajar con mayor intensidad. En adultos mayores con antecedentes de hipertensión, enfermedad coronaria o insuficiencia cardíaca, este esfuerzo puede desencadenar eventos cardiovasculares graves, como angina de pecho o infartos. Por esta razón, se recomienda que las personas mayores eviten palear nieve pesada y recurran a ayuda familiar, comunitaria o servicios profesionales.

El hogar, que debería ser un refugio seguro durante el invierno, también puede convertirse en un espacio de riesgo. Las tormentas invernales suelen provocar cortes de energía eléctrica, lo que lleva al uso de estufas portátiles, generadores o fuentes de calor alternativas. Cuando estos dispositivos se emplean sin ventilación adecuada o de forma improvisada, pueden generar monóxido de carbono, un gas incoloro e inodoro altamente peligroso. Asimismo, mantener una temperatura interior demasiado baja aumenta el riesgo de hipotermia, incluso sin exposición directa al exterior.

Un riesgo menos conocido, pero igualmente relevante, es el efecto del sol en climas fríos. Existe la creencia errónea de que la insolación solo ocurre en verano. Sin embargo, en entornos nevados, la nieve puede reflejar hasta el noventa por ciento de la radiación solar, multiplicando la exposición al sol. En zonas de montaña o con aire más limpio, la radiación ultravioleta es aún más intensa.

En invierno, la ropa abrigada favorece la sudoración inadvertida y, al mismo tiempo, disminuye la sensación de sed. Esta combinación conduce con facilidad a la deshidratación, reduciendo la capacidad del cuerpo para regular su temperatura. En los adultos mayores, estos efectos se ven acentuados por cambios fisiológicos propios de la edad y por el uso de ciertos medicamentos, como diuréticos o antihipertensivos. La insolación en climas fríos puede manifestarse con síntomas como dolor de cabeza, mareos, confusión, náuseas, cansancio extremo y enrojecimiento de la piel, signos que con frecuencia no se asocian de inmediato al sol.

Finalmente, las nevadas intensas pueden generar aislamiento prolongado. La dificultad para desplazarse limita el acceso a servicios médicos, actividades sociales y contacto con familiares y amigos. Este aislamiento no solo afecta la salud emocional, aumentando la ansiedad o la depresión, sino que también retrasa la detección de problemas médicos y reduce la capacidad de respuesta ante emergencias. Para muchos adultos mayores, el acompañamiento social durante el invierno es tan importante como la protección física.

En conjunto, la nieve puede ser hermosa, pero no es inofensiva. Para los adultos mayores, el invierno representa un desafío que exige información, prevención y apoyo. Con medidas adecuadas, planificación y acompañamiento familiar y comunitario, es posible reducir significativamente los riesgos y proteger la salud y la calidad de vida durante la temporada invernal.

Fuentes científicas y técnicas consultadas

  • National Institute on Aging (NIA). Cold Weather Safety for Older Adults.
  • Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Hypothermia and Older Adults.
  • Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Falls Prevention in Older Adults.
  • American Heart Association. Snow Shoveling and Heart Attack Risk.
  • National Weather Service (NOAA). Winter Storm Safety.
  • World Health Organization (WHO). Ultraviolet Radiation and Health.
  • AARP. Extreme Cold Weather Dangers for Older Adults.
  • Health in Aging Foundation. Winter Safety Tips for Seniors.