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Transmitimos químicamente nuestras emociones

Toma Nota, Transmitimos químicamente nuestras emociones? SADM #66 May/Jun 2016

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Según un estudio, los seres humanos transmitimos químicamente nuestras emociones y el olfato ocupa un rol central a la hora de demostrar lo que sentimos.

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El olfato es uno de los sentidos que menos utilizamos. O, por lo menos, uno de los que menos creemos que utilizamos. De las feromonas a la hora de enamorar a los mitos y leyendas urbanas que sostienen que el terror “se huele”, bastante se ha dicho sobre el rol de la nariz en nuestra vida pero poco se sabía ciertamente. Hasta ahora.

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Un estudio realizado por la universidad holandesa de Utrecht, que fue publicado en el journal Psychological Science, confirma que transmitimos nuestras emociones a través de procesos químicos. Este descubrimiento es sumamente importante ya que corre del primer puesto al lenguaje y a los gestos como únicos comunicadores de lo que sentimos.

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Entonces, la pregunta es inevitable: ¿se puede oler el miedo? ¿Y el amor? La respuesta es “sí”, existen señales químicas que hacen que nos sincronicemos emocionalmente sin ser conscientes de ello y más allá del perfume que usemos.

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¿Cómo se realizó el estudio?

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El investigador Gün Semin –junto a un grupo de colegas- recolectó sudor generado por dos conjuntos de hombres: unos estaban viendo una película de terror y otros un film que les provocaba asco y desagrado. Como condición, los días previos los participantes no tenían permitido fumar,
ni practicar ejercicio físico excesivo ni consumir alimentos olorosos o alcohol. Además, sólo pudieron emplear productos de higiene personal sin fragancia.

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Una vez tomadas las muestras, se expuso a un grupo de mujeres al sudor recogido mientras que se registraban sus expresiones faciales y sus movimientos oculares.

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De acuerdo a lo que habían pronosticado los científicos, las que estuvieron expuestas a la “transpiración de miedo” adoptaron expresiones características del temor y abrieron exageradamente los ojos y las fosas nasales. Por otro lado, las mujeres que olieron la “transpiración del asco” mostraron gestos de desagrado, bajaron sus cejas, fruncieron el ceño y arrugaron la nariz. Lo más interesante de este resultado es que ninguna de las mujeres participantes sabía de esos efectos ni lo podía relacionar con el olor percibido.

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Transmitimos químicamente nuestras emociones

Toma Nota, Transmitimos químicamente nuestras emociones? SADM #66 May/Jun 2016

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Según un estudio, los seres humanos transmitimos químicamente nuestras emociones y el olfato ocupa un rol central a la hora de demostrar lo que sentimos.

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El olfato es uno de los sentidos que menos utilizamos. O, por lo menos, uno de los que menos creemos que utilizamos. De las feromonas a la hora de enamorar a los mitos y leyendas urbanas que sostienen que el terror “se huele”, bastante se ha dicho sobre el rol de la nariz en nuestra vida pero poco se sabía ciertamente. Hasta ahora.

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Un estudio realizado por la universidad holandesa de Utrecht, que fue publicado en el journal Psychological Science, confirma que transmitimos nuestras emociones a través de procesos químicos. Este descubrimiento es sumamente importante ya que corre del primer puesto al lenguaje y a los gestos como únicos comunicadores de lo que sentimos.

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Entonces, la pregunta es inevitable: ¿se puede oler el miedo? ¿Y el amor? La respuesta es “sí”, existen señales químicas que hacen que nos sincronicemos emocionalmente sin ser conscientes de ello y más allá del perfume que usemos.

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¿Cómo se realizó el estudio?

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El investigador Gün Semin –junto a un grupo de colegas- recolectó sudor generado por dos conjuntos de hombres: unos estaban viendo una película de terror y otros un film que les provocaba asco y desagrado. Como condición, los días previos los participantes no tenían permitido fumar,
ni practicar ejercicio físico excesivo ni consumir alimentos olorosos o alcohol. Además, sólo pudieron emplear productos de higiene personal sin fragancia.

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Una vez tomadas las muestras, se expuso a un grupo de mujeres al sudor recogido mientras que se registraban sus expresiones faciales y sus movimientos oculares.

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De acuerdo a lo que habían pronosticado los científicos, las que estuvieron expuestas a la “transpiración de miedo” adoptaron expresiones características del temor y abrieron exageradamente los ojos y las fosas nasales. Por otro lado, las mujeres que olieron la “transpiración del asco” mostraron gestos de desagrado, bajaron sus cejas, fruncieron el ceño y arrugaron la nariz. Lo más interesante de este resultado es que ninguna de las mujeres participantes sabía de esos efectos ni lo podía relacionar con el olor percibido.

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