Se nos ha consultado qué es el Plasma Rico en Plaquetas, conocido como PRP, y cómo se está utilizando en la artrosis de rodilla.
Este procedimiento consiste en extraer una pequeña cantidad de sangre del propio paciente, procesarla en una centrífuga y concentrar la parte rica en plaquetas y factores de crecimiento, que luego se inyectan en la articulación. La intención es aprovechar la capacidad natural de estas plaquetas para estimular procesos de reparación local, con el objetivo de aliviar el dolor, reducir la inflamación y favorecer la movilidad.
De acuerdo con algunas publicaciones recientes, existen reportes de pacientes que han experimentado mejoría, en especial en la disminución del dolor y en la función física, lo cual convierte al PRP en una alternativa menos invasiva a otros tratamientos más agresivos. Entre las ventajas señaladas está el hecho de que se trata de un material autólogo —es decir, proveniente de la propia sangre del paciente— lo que reduce el riesgo de rechazo o de reacciones adversas importantes.
Al mismo tiempo, diversas fuentes advierten que los resultados no son uniformes. Hay pacientes que sienten un alivio importante por meses o incluso un par de años, mientras que otros apenas perciben cambios. También se indica que suele requerir varias aplicaciones, separadas por semanas, para obtener un beneficio más estable, y que tras la inyección puede presentarse dolor o rigidez temporal.
En relación con la evidencia científica y las recomendaciones oficiales, la información es todavía divergente. Algunas revisiones recientes sugieren que el PRP puede superar al ácido hialurónico en la reducción del dolor y la mejora funcional, e incluso muestran resultados alentadores cuando se combina con otros tratamientos. Sin embargo, las guías clínicas más reconocidas en Estados Unidos han adoptado posturas cautelosas, señalando, que las evidencias son aún insuficiente para recomendarlo de forma definitiva y lo mantienen como una opción aún en evaluación. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades han mencionado su uso en el contexto de terapias aplicadas para dolor crónico, pero sin emitir una recomendación oficial. Esto refleja que, si bien hay resultados alentadores, todavía no existe consenso entre las principales instituciones médicas.
Otro punto importante que señalan las fuentes consultadas es el tema del costo y la cobertura. En Estados Unidos, el precio de una sesión puede oscilar entre 800 y 1,500 dólares, mientras que en otros países los costos son notablemente menores.
Como regla general, la mayoría de los seguros de salud y Medicare no cubren el PRP en artrosis de rodilla, ya que lo consideran un procedimiento experimental.
En definitiva, el PRP representa una opción terapéutica interesante para la artrosis de rodilla, con un perfil de seguridad favorable y con potencial de mejorar síntomas en ciertos pacientes.
No obstante, las recomendaciones actuales de las principales guías médicas son prudentes y, no existe un criterio unánime de recomendarlo. Quien esté considerando este tratamiento debe valorar la información disponible, conversar con un especialista de confianza y tener en cuenta el costo y la falta de cobertura de la mayoría de los seguros antes de tomar una decisión.

