La población mundial fue sorprendida por el coronavirus, en un momento en el que las estadísticas planteaban que la salud estaba deteriorada por la epidemia de la obesidad, diabetes, hipertensión y demás enfermedades crónicas.
Estas enfermedades están muy relacionadas con los estilos de vida que tienen las personas, sin embargo, ¿nos hemos preguntado cómo las medidas para controlar el COVID-19 han afectado estos hábitos? La respuesta es que si bien, las medidas como el confinamiento y la cuarentena han llevado a que las personas nos mantengamos en casa para evitar el contagio, también han llevado a aumentar la probabilidad de padecer o exacerbar alguna de estas enfermedades crónicas.
El escenario actual es que todas las medidas de prevención y control de las enfermedades crónicas han pasado a un segundo plano, dado a la necesidad de detener la propagación del COVID. Los estilos de vida que tiene el mundo actual impiden tener hábitos saludables, reina el sedentarismo, la mala alimentación, los atracones, alteración del sueño, aumento del abuso de sustancias, las alteraciones emocionales que también se han generado como producto de la pandemia.
Estamos entonces ante “una tormenta perfecta”, dado que si las medidas de prevención del COVID-19 pueden incrementar por ejemplo la obesidad y la obesidad a su vez representa un factor de riesgo si se llegara a padecer COVID, esto hace que estemos ante un círculo vicioso porque la persona si se contagiara, sería un paciente difícil de atender y/o tratar.
No hay que olvidar que la obesidad está también detrás de muchas otras condiciones preexistentes, que se han definido como de alto riesgo ante el posible contagio de coronavirus, al estar relaciona con el padecimiento de diabetes y ser un factor de riesgo conocido para el desarrollo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares; por lo tanto, estamos ante una realidad que representa un caos.
En la actualidad a los profesionales de la salud no solo les preocupa los estragos del COVID, sino también aquellos generados por la “otra pandemia” llamada: enfermedades crónicas. No se deben olvidar los programas de promoción de hábitos saludables durante la pandemia, como tampoco, la necesidad de que un paciente con alguna enfermedad crónica, pueda tener sus controles médicos haciendo uso incluso de la telemedicina, tan popular en estos tiempos.
Los psicólogos de la salud debemos sumarnos a (1) promover comportamientos saludables durante la pandemia, (2) ocuparnos de problemas psicológicos subyacentes como el estrés, la depresión y la ansiedad, por nombrar algunos, y (3) conocer cómo la mente y el cuerpo pueden trabajar juntos en los elementos asociados con una enfermedad específica. De esta forma ayudaremos en la mejora de la salud y el bienestar de las personas, las familias, las comunidades y las poblaciones.
Mariela González Tovar PhD.
Psicólogo Clínico
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